El productivo, pero desordenado y peligroso modelo forestal de la región
Expertos advirtieron que son muchas las decisiones de seguridad que son entregadas a los propietarios y no están normadas.
En la provincia, poblado de Minas del Prado es uno de los más asfixiado forestalmente.
La industria forestal ha tenido un crecimiento explosivo. Así lo señalan diversos estudios en torno al tema. Pero a pesar de que el auge está sindicado en los últimos 30 años, su data en nuestro país y región es bastante extensa en el tiempo, de hecho sólo a fines del siglo XIX comienza a introducirse el pino radiata, antes la madera cortada estaba compuesta principalmente de bosque nativo.
Es así como las primeras forestaciones importantes de esta especie extranjera en nuestro país se realizaron en las cercanías de Concepción a principios del siglo XX, junto con estas primeras plantaciones comenzaron a establecerse las primeras reglas del juego. La legislación para la industria forestal, tan invocada por su falta de actualización en los últimos días, corresponde al año 1931. Inmediatamente después de este primer marco normativo comenzaron a surgir las primeras industrias forestales de importancia.
En los últimos 30 años como señalábamos el auge fue aún más debido a la influencia del mercado de la celulosa como estímulo. Un negocio que tiene a nuestro país entre las primeras cinco naciones del mundo en la exportación de este producto. De hecho la celulosa se enseñorea como el segundo producto más exportado por Chile luego del cobre.
Si a mediadios del siglo XX ya la legislación se estaba quedando corta, como producto de los diversos debates en torno a seguridad, aprovechamiento de terrenos de bosque nativo y concentración de la propiedad; con el boom de la celulosa el marco legislativo es literalmente zombie dada la evolución del modelo de producción.
Cuestionamientos a la seguridad
Quienes han observado de cerca la situación del modelo forestal, la legislación que lo regula y la acción del Estado en el tema, han sido los académicos de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción. Entre ellos el académico Eduardo Peña ha planteado en uno de sus estudios que toda plantación forestal que se inicia en nuestro país tiene un período de retorno de un gran incendio forestal en al menos 10 a 15 años. Sus estudios anticipatorios que datan de la década del noventa plantean que en una plantación, ya sea de pino radiata o eucaliptus, se genera un tiempo de acumulación de combustible que pasa por distintas variables es después de esa cantidad de años que “las condiciones están dadas para que se origine un incendio de características catastróficas y sólo falta que actúe el factor de ocurrencia (fuente de energía térmica, calor) para que ocurra la ignición”, apunta Peña.
Quien apoya lo mencionado por el profesor Eduardo Peña es el decano de la misma Facultad de Ciencias Forestales, Manuel Sánchez.
Al respecto, quien es también experto en el área de viveros y producción de plantas forestales, menciona que hay un tema con la organización del espacio plantado.
“El hecho de que existan cultivos de las mismas características, (misma edad, tipo, etc.), en extensas superficies, es un caldo de cultivo para que se generen incendios de las características que recién presenciamos”, formula Sánchez.
De hecho el decano menciona que recién sólo con 500 hectáreas de plantación las empresas están obligadas a ingresar al sistema de evaluación de impacto ambiental, lo que considera como demasiado. Las empresas además eluden el trámite solicitando permisos de explotación por menos hectáreas.
“Creo en definitiva que nos hace falta una regulación fuerte que regule específicamente la forma de ordenar el suelo de las plantaciones con un manejo que debe ser distinto. Por ejemplo las plantaciones de mayor edad deben estar rodeadas por otras de menor edad, el control del fuego sería mucho más efectivo debido a que estas últimas no combustionan tan rápido”, señala el decano.
En ese sentido según los expertos estos aspectos todos han sido dejados en manos y al arbitrio de los propietarios “no hay por ejemplo establecimientos legales para los cortafuegos, estos deberían ser de al menos 40 metros de ancho y nosotros lo hemos visto hasta de cinco metros. Pero sucede que en Chile hacemos las cosas al límite. El derecho de propiedad hace que cada uno haga lo que quiera en su propiedad sin preocuparse por el vecino”, apunta directamente Manuel Sánchez desde la Facultad de Ciencias Forestales lugar en el cual ya comienzan a generar debate los recientes sucesos de la catástrofe de incendios en Torres del Paine y nuestra región.
Los riesgos de incendios forestales en Minas del Prado y en el Secano de Ñuble
Otros habitantes de Ñuble que están preocupados desde hace mucho por el tema de los incendios es el sector de Minas del Prado ubicado en la comuna de Coihueco. Dicho sector ha sido prácticamente ocupado por la industria forestal maderera y sus habitantes están engranados al sistema de producción. Es por eso que en la posibilidad de que pueda existir un incendio forestal en la zona este podría ser realmente catastrófico para un pueblo grande en la escala rural.
Así lo señala al menos el geógrafo y experto en el área del poblamiento urbano rural de Ñuble, Jaime Rebolledo, académico de la Universidad del Bío-Bío, quien ve con preocupación el tema de las plantaciones forestales en la región, “sobre todo porque entre ellas han estado quedando variados poblados con pequeños agricultores que finalmente terminan en zonas de riesgo. El caso de Minas del Prado es emblemático, está súper dominado por el sector forestal, sumamente sobrepoblado y allí habría que hacer una campaña seria de prevención, y aplicar también los sistemas de cortafuegos, control del punto de vista preventivo. Para no hacerlo cuando el incendio está desatado”, especificó Rebolledo.
Otro espacio que se encuentra en una zona de riesgo importante es el secano interior y costero, sobre todo porque en estos sectores se desarrolló el modelo forestal y “este se planteó como vecino de modos de subsistencia rural, con una agricultura que hoy está en crisis. En Ñuble y la región vivimos una crisis de este modo de vida, y podrá parecer fuerte que uno lo diga, pero lo que sucede es que las plantaciones forestales lo que están haciendo es recuperar un suelo que efectivamente tiene aptitudes de uso forestal”, detalla el académico.
idoneidad del suelo y crisis de la ruralidad
Pero por qué esto suena fuerte. Principalmente porque nuestro patrimonio cultural es eminentemente agrícola campesino. “Ancestralmente vivimos inmersos en la cultura campesina, con valores que están enraizados desde la Colonia. Pero hoy nos enfrentamos a que efectivamente los suelos de todos estos sectores son idóneos para el uso forestal más que para el agrícola, de hecho el uso agrícola está dado de mejor forma en los valles donde hoy están ubicadas las ciudades de Ñuble”, explica Rebolledo.
Según el geográfo los pequeños propietarios agrícolas quedaron sin ninguna herramienta para manejarse frente al impacto del sector forestal. En ese sentido el profesor destaca que junto con esta tradición que ha ido perdiendo su vigencia también fueron colapsando los espacios. “O sea los terrenos del bosque nativo se degradaron, este bosque mesomórfico de carácter costero con especies nativas fue relegado a pequeños relictos, prácticamente no quedan. Uno de los reservorios más grandes de bosque nativo era el Cayumanqui y hoy está muy quemado hasta una parte superior por lo que se ve desde la Autopista del Itata”, describe Rebolledo.
Quien manifiesta sin tapujos una verdad que puede ser incómoda para los campesinos de nuestra provincia explica que de todas formas tienen que generarse instancias de convivencia entre lo que es el modelo de producción forestal y los pequeños propietarios agrícolas.
“Nunca se ha tenido en cuenta de buena forma esta relación, no se ha planteado si erradicar a los campesinos, desplazarlos, a qué se dedica. Pasan generalmente a engrosar un listado de pobres en un cordón comunal. Entonces desde los grupos forestales sólo se entregan compensaciones a cambio del riesgo con el que viven. Generando escuelas, dando beneficios, en algunos casos les han regalado ganado”, describe el experto, sin dejar de mencionar eso sí que igual se puede convivir, “sobre todo desde el punto de vista silvopastoril, pero tendría que ser una densidad de árbol por superficie más bajo que el que las empresas manejan hoy. Esto podría permitir un modelo de manejo productivo silvo-pastoril con un ganado mayor y otro menor. Generar praderas naturales, esto podría darse. Pero a la empresa forestal les interesa densificar mucho, por lo tanto descuidan el otro proceso; ellos están pensando en la producción de celulosa”, puntualiza.
Ahora eso sí de una u otra forma la esperanza que actualmente el Gobierno se ha dedicado a difundir y financiar con mayor compromiso entre estos agricultores medio encerrados entre las plantaciones forestales, es el modelo de negocio del agroturismo o turismo rural. De esta forma los territorios no pierden su forma y mantienen una vocación ancestral, “es importante también destacar que la geografía en ese sentido se instala como una disciplina más holística en ese sentido pues de una u otra forma igual consideramos aspectos culturales y sociales en el territorio, lo vemos como un aspecto determinante en ese sentido”, puntualiza el académico de la Universidad del Bío-Bío.
La industria forestal ha tenido un crecimiento explosivo. Así lo señalan diversos estudios en torno al tema. Pero a pesar de que el auge está sindicado en los últimos 30 años, su data en nuestro país y región es bastante extensa en el tiempo, de hecho sólo a fines del siglo XIX comienza a introducirse el pino radiata, antes la madera cortada estaba compuesta principalmente de bosque nativo.
Es así como las primeras forestaciones importantes de esta especie extranjera en nuestro país se realizaron en las cercanías de Concepción a principios del siglo XX, junto con estas primeras plantaciones comenzaron a establecerse las primeras reglas del juego. La legislación para la industria forestal, tan invocada por su falta de actualización en los últimos días, corresponde al año 1931. Inmediatamente después de este primer marco normativo comenzaron a surgir las primeras industrias forestales de importancia.
En los últimos 30 años como señalábamos el auge fue aún más debido a la influencia del mercado de la celulosa como estímulo. Un negocio que tiene a nuestro país entre las primeras cinco naciones del mundo en la exportación de este producto. De hecho la celulosa se enseñorea como el segundo producto más exportado por Chile luego del cobre.
Si a mediadios del siglo XX ya la legislación se estaba quedando corta, como producto de los diversos debates en torno a seguridad, aprovechamiento de terrenos de bosque nativo y concentración de la propiedad; con el boom de la celulosa el marco legislativo es literalmente zombie dada la evolución del modelo de producción.
Cuestionamientos a la seguridad
Quienes han observado de cerca la situación del modelo forestal, la legislación que lo regula y la acción del Estado en el tema, han sido los académicos de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción. Entre ellos el académico Eduardo Peña ha planteado en uno de sus estudios que toda plantación forestal que se inicia en nuestro país tiene un período de retorno de un gran incendio forestal en al menos 10 a 15 años. Sus estudios anticipatorios que datan de la década del noventa plantean que en una plantación, ya sea de pino radiata o eucaliptus, se genera un tiempo de acumulación de combustible que pasa por distintas variables es después de esa cantidad de años que “las condiciones están dadas para que se origine un incendio de características catastróficas y sólo falta que actúe el factor de ocurrencia (fuente de energía térmica, calor) para que ocurra la ignición”, apunta Peña.
Quien apoya lo mencionado por el profesor Eduardo Peña es el decano de la misma Facultad de Ciencias Forestales, Manuel Sánchez.
Al respecto, quien es también experto en el área de viveros y producción de plantas forestales, menciona que hay un tema con la organización del espacio plantado.
“El hecho de que existan cultivos de las mismas características, (misma edad, tipo, etc.), en extensas superficies, es un caldo de cultivo para que se generen incendios de las características que recién presenciamos”, formula Sánchez.
De hecho el decano menciona que recién sólo con 500 hectáreas de plantación las empresas están obligadas a ingresar al sistema de evaluación de impacto ambiental, lo que considera como demasiado. Las empresas además eluden el trámite solicitando permisos de explotación por menos hectáreas.
“Creo en definitiva que nos hace falta una regulación fuerte que regule específicamente la forma de ordenar el suelo de las plantaciones con un manejo que debe ser distinto. Por ejemplo las plantaciones de mayor edad deben estar rodeadas por otras de menor edad, el control del fuego sería mucho más efectivo debido a que estas últimas no combustionan tan rápido”, señala el decano.
En ese sentido según los expertos estos aspectos todos han sido dejados en manos y al arbitrio de los propietarios “no hay por ejemplo establecimientos legales para los cortafuegos, estos deberían ser de al menos 40 metros de ancho y nosotros lo hemos visto hasta de cinco metros. Pero sucede que en Chile hacemos las cosas al límite. El derecho de propiedad hace que cada uno haga lo que quiera en su propiedad sin preocuparse por el vecino”, apunta directamente Manuel Sánchez desde la Facultad de Ciencias Forestales lugar en el cual ya comienzan a generar debate los recientes sucesos de la catástrofe de incendios en Torres del Paine y nuestra región.
Los riesgos de incendios forestales en Minas del Prado y en el Secano de Ñuble
Otros habitantes de Ñuble que están preocupados desde hace mucho por el tema de los incendios es el sector de Minas del Prado ubicado en la comuna de Coihueco. Dicho sector ha sido prácticamente ocupado por la industria forestal maderera y sus habitantes están engranados al sistema de producción. Es por eso que en la posibilidad de que pueda existir un incendio forestal en la zona este podría ser realmente catastrófico para un pueblo grande en la escala rural.
Así lo señala al menos el geógrafo y experto en el área del poblamiento urbano rural de Ñuble, Jaime Rebolledo, académico de la Universidad del Bío-Bío, quien ve con preocupación el tema de las plantaciones forestales en la región, “sobre todo porque entre ellas han estado quedando variados poblados con pequeños agricultores que finalmente terminan en zonas de riesgo. El caso de Minas del Prado es emblemático, está súper dominado por el sector forestal, sumamente sobrepoblado y allí habría que hacer una campaña seria de prevención, y aplicar también los sistemas de cortafuegos, control del punto de vista preventivo. Para no hacerlo cuando el incendio está desatado”, especificó Rebolledo.
Otro espacio que se encuentra en una zona de riesgo importante es el secano interior y costero, sobre todo porque en estos sectores se desarrolló el modelo forestal y “este se planteó como vecino de modos de subsistencia rural, con una agricultura que hoy está en crisis. En Ñuble y la región vivimos una crisis de este modo de vida, y podrá parecer fuerte que uno lo diga, pero lo que sucede es que las plantaciones forestales lo que están haciendo es recuperar un suelo que efectivamente tiene aptitudes de uso forestal”, detalla el académico.
idoneidad del suelo y crisis de la ruralidad
Pero por qué esto suena fuerte. Principalmente porque nuestro patrimonio cultural es eminentemente agrícola campesino. “Ancestralmente vivimos inmersos en la cultura campesina, con valores que están enraizados desde la Colonia. Pero hoy nos enfrentamos a que efectivamente los suelos de todos estos sectores son idóneos para el uso forestal más que para el agrícola, de hecho el uso agrícola está dado de mejor forma en los valles donde hoy están ubicadas las ciudades de Ñuble”, explica Rebolledo.
Según el geográfo los pequeños propietarios agrícolas quedaron sin ninguna herramienta para manejarse frente al impacto del sector forestal. En ese sentido el profesor destaca que junto con esta tradición que ha ido perdiendo su vigencia también fueron colapsando los espacios. “O sea los terrenos del bosque nativo se degradaron, este bosque mesomórfico de carácter costero con especies nativas fue relegado a pequeños relictos, prácticamente no quedan. Uno de los reservorios más grandes de bosque nativo era el Cayumanqui y hoy está muy quemado hasta una parte superior por lo que se ve desde la Autopista del Itata”, describe Rebolledo.
Quien manifiesta sin tapujos una verdad que puede ser incómoda para los campesinos de nuestra provincia explica que de todas formas tienen que generarse instancias de convivencia entre lo que es el modelo de producción forestal y los pequeños propietarios agrícolas.
“Nunca se ha tenido en cuenta de buena forma esta relación, no se ha planteado si erradicar a los campesinos, desplazarlos, a qué se dedica. Pasan generalmente a engrosar un listado de pobres en un cordón comunal. Entonces desde los grupos forestales sólo se entregan compensaciones a cambio del riesgo con el que viven. Generando escuelas, dando beneficios, en algunos casos les han regalado ganado”, describe el experto, sin dejar de mencionar eso sí que igual se puede convivir, “sobre todo desde el punto de vista silvopastoril, pero tendría que ser una densidad de árbol por superficie más bajo que el que las empresas manejan hoy. Esto podría permitir un modelo de manejo productivo silvo-pastoril con un ganado mayor y otro menor. Generar praderas naturales, esto podría darse. Pero a la empresa forestal les interesa densificar mucho, por lo tanto descuidan el otro proceso; ellos están pensando en la producción de celulosa”, puntualiza.
Ahora eso sí de una u otra forma la esperanza que actualmente el Gobierno se ha dedicado a difundir y financiar con mayor compromiso entre estos agricultores medio encerrados entre las plantaciones forestales, es el modelo de negocio del agroturismo o turismo rural. De esta forma los territorios no pierden su forma y mantienen una vocación ancestral, “es importante también destacar que la geografía en ese sentido se instala como una disciplina más holística en ese sentido pues de una u otra forma igual consideramos aspectos culturales y sociales en el territorio, lo vemos como un aspecto determinante en ese sentido”, puntualiza el académico de la Universidad del Bío-Bío.
El productivo, pero desordenado y peligroso modelo forestal de la región
Revisado por Jorge Troncoso Navarrete
en
1/08/2012
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